Dos frases tienen grabadas a fuego los padres de Saray de lo sucedido con su hija, la niña de diez años que se intentó quitar la vida el pasado viernes, tirándose por el balcón de su domicilio familiar.
La primera de la propia tutora del colegio concertado Agustín Gericó, en Zaragoza: “Le dijo a Saray, literalmente, esto no es bullying ni ‘bulan'”, restándole total importancia a lo que había pasado.
De acuerdo a las declaraciones de los padres, eso es lo que le respondió la profesora en uno de los múltiples mensajes de alerta de su alumna por los insultos y agresiones racistas que aseguraba estar sufriendo por parte de otras compañeras de curso.
La otra frase, también de la tutora al comunicarle lo que le había pasado ese día de clase, es que “aquí el bullying no se ha visto ni se verá”. “Aquí el bullying lo controlo yo, nos decía”.
SALEN A LA LUZ NUEVOS DETALLES
A medida que se conocen más detalles, son muchas las cuestiones que se están poniendo sobre la mesa y que, seguramente, formarán parte de la investigación o de la propia denuncia.
Según publica El Periódico de Aragón, esa denuncia pasaría por el supuesto delito de comisión por omisión, “en primer lugar porque nunca se activó desde el centro el protocolo de un posible caso de acoso escolar”, a pesar de las numerosas alertas a la profesora y que están obligados a activar ante cualquier sospecha. Pues bien, no se hizo en el caso de esta niña de 10 años y sus padres “nunca fueron recibidos por la directora del centro”, que ahora guarda silencio.
También se ha sabido la existencia de unos audios en poder de los padres en los que la tutora minimiza en todo momento los hechos que la niña ponía en su conocimiento. En algún caso “admite que ha sufrido un ataque” de otra alumna, pero que lo zanja diciendo: “hablaré con ella porque si se lo digo a sus padres… le cae una gorda”.
En otros audios llamaba a la calma a los padres pidiéndoles que confiaran en ella porque lo iba a “arreglar” y achacaba la agresión a que la otra niña le tenía “un poco de envidieta”.
Saray está viva y es lo más importante ahora para sus padres. Ella sigue recuperándose en el hospital, junto a sus progenitores, Katya y Carlos, mientras se elabora la denuncia que se interpondrá en la Jefatura Superior de Policía. Han decidido llegar «hasta el final para que no le pase nunca más a ningún niño lo que ha sufrido Saray». Ella solo es una niña de 10 años.
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