Son invisibles. Y son quince; los trabajadores temporeros vienen de Mali, Gambia y Senegal. Ni siquiera servicios sociales sabía de su existencia a pesar de que llevan tres meses malviviendo allí. Los vecinos consultados tampoco tienen queja ni sabían de ello.
El colegio, sobre todo en la segunda planta, tiene grietas en las que se podrían meter dos dedos. Mohamed Mboirick, portavoz de la Unión Africana de España denuncia que «hay que hacer algo antes de que ocurra una desgracia».
Al parecer se trata de una escuela construida en los años 60 que después se reconvirtió en un centro para las juventudes católicas y después se abandonó.
Todo el mundo se fue y dejó las salas tal y como estaban. De hecho, los migrantes a penas han tocado nada, solo han echado sus colchones al suelo.
En el piso de abajo hay otros dos colchones echados, en lo que alguna vez fueron unos baños públicos, pero que ahora están completamente llenos de suciedad con una puerta que ni siquiera ya cierra.
Nadie sabía de ellos hasta hace nada, salvo un vecino del barrio que advirtió de la situación. Este vecino lleva semanas dando agua y alimento a los temporeros, les lava la ropa en su casa y es quien guarda el pasaporte y otra documentación en su casa.
Casi nadie llegó directamente desde África a València. «La mayoría llegan de Zaragoza o Lleida, de otras temporadas en el campo. Ahora se han trasladado aquí porque dentro de nada empiezan la de la naranja en València», cuenta Mboirick.
«Esta gente casi nunca están aquí, siempre estén en la calle buscándose la vida currando donde les paguen», explica.
Los trabajadores temporeros abandonados en Valencia no tienen otra opción
No tienen otra opción. El actual reglamento de extranjería les impide acceder a un permiso de trabajo, y tampoco a papeles ni residencia en un tiempo que normalmente es de tres años, así que se ven abocados a trabajos que rayan la esclavitud y muy mal pagados.
«Servicios Sociales saca pecho de un albergue para gatos que creó recientemente, pero tenemos decenas de temporeros en la calle malviviendo en condiciones de miseria y ni siquiera se ha planteado en el consistorio hacer algo con eso. Tenemos albergues para gatos, pero no albergues para personas».
FUENTE:
https://www.levante-emv.com/
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