¿Qué se es capaz de hacer para salvar a un hijo o hija? Esa es la decisión que tienen que tomar decenas de familias peruanas con niños o niñas con enfermedades graves como el cáncer.
La llegada de niños y niñas peruanas con cáncer a hospitales de Barcelona en busca de tratamiento ante la falta de opciones en su país evidencia la desesperación de unas familias que no encuentran respaldo ni en su país de origen ni en destino.
Ante esta situación, los gobiernos de Perú y España tienen la obligación moral y legal de garantizar la protección de la salud de estos menores migrantes, por encima de cualquier consideración económica o logística. Se trata de una responsabilidad ineludible que emana de convenios sobre derechos de la infancia y de los valores humanos más elementales.
Sin embargo, el enfoque con que se afronta esta problemática pone de relieve que tanto el gobierno peruano como instituciones de Cataluña intentan eludir su responsabilidad en la protección de menores gravemente enfermos, anteponiendo lo económico y burocrático a la defensa de la vida humana, como veremos a continuación.
La migración de la desesperación: cuando la vida de un ser querido está en juego
En 2023 llegaron a Cataluña alrededor de 60 familias con niños enfermos de cáncer procedentes de Perú, según datos facilitados por el Departamento de Salud de la Generalitat al diario El País.
Uno de esos casos es el de Eva, quien viajó desde Perú junto a su hija de 15 años enferma de leucemia. Según relata, en su país existía un convenio para enviar casos complejos como el de su hija a un hospital en Estados Unidos, pero el Gobierno dejó de pagarlo. «En Perú solo me planteaban buscar la mejor calidad de muerte para mi hija y me negué a aceptarlo», afirma Eva.
Pina Quiñones, de la Asociación Centro Peruano de Barcelona, indica que muchas familias peruanas están hipotecando y vendiendo todas sus pertenencias para costear el viaje a la ciudad condal. Un esfuerzo que en numerosas ocasiones resulta titánico.
Jaime Toledo, de la Asociación de Cooperación e Integración Iberoamericana de Barcelona, señala incluso que algunas familias llegan con maletas directamente al hospital porque no pueden perder más tiempo. La desesperación se apodera de estas familias que lo arriesgan todo para intentar salvar la vida de sus seres queridos.
Pero la política antepone lo económico a la vida humana
Ante la llegada de menores peruanos enfermos de cáncer, la política seguida por la Generalitat de Cataluña ha sido contactar directamente con hospitales de Lima, capital de Perú, para evitar la salida de estos pequeños pacientes hacia Barcelona.
El diario El País revela que desde 2022 la Generalitat inició gestiones a nivel político al detectar la llegada creciente de familias peruanas. Incluso el entonces consejero de Salud, Josep María Argimon, se reunió con el consulado en Barcelona. Pero al persistir la situación, el actual consejero Manel Balcells fue más allá: mantuvo un encuentro con el embajador peruano en Madrid y contactos con autoridades sanitarias del país sudamericano a finales de octubre de 2023. En diciembre, Balcells habló directamente con directivos de importantes hospitales en Lima para intentar contener la salida de estas familias desesperadas hacia Cataluña.
Estos movimientos evidencian que, lejos de abordar el fondo del problema, se atenta contra los derechos humanos fundamentales al obstaculizar la posibilidad de buscar tratamiento para enfermedades terminales, poniendo el foco en frenar la migración de estas familias desesperadas, más que en colaborar y facilitar todos los medios posibles para garantizar la adecuada atención de los menores.
Por su parte, el gobierno peruano ha evidenciado una absoluta falta de responsabilidad e insensibilidad al no garantizar los tratamientos ni convenios necesarios para la correcta atención de los menores con enfermedades graves. Esta dejación de funciones está obligando a muchas familias a dejarlo todo para buscar en el extranjero la ayuda que su propio país les niega.
Infancia, migración y enfermedad: una triple victimización de las familias
La decisión del Departamento de Salud de la Generalitat de frenar la llegada de menores peruanos con enfermedades terminales denota una gravísima falta de humanidad y ética. Se están anteponiendo criterios economicistas y de eficiencia a la defensa de la vida humana.
Asimismo, esto contraviene acuerdos internacionales que España ha suscrito sobre la protección de los derechos de la infancia, así como la obligación de acoger a personas que buscan ayuda para salvar sus vidas o las de sus familiares.
Los niños y niñas migrantes con enfermedades terminales y sus familias están sufriendo una triple victimización: primero la falta de tratamientos adecuados en Perú por el retiro del apoyo económico del gobierno peruano, segundo los intentos de la Generalitat de Cataluña de impedir su llegada y asistencia en hospitales barceloneses, y tercero, al verse las familias obligadas a arriesgarlo todo, vendiendo sus pertenencias e hipotecando todo su futuro para buscar por cuenta propia alternativas que muchas veces no logran encontrar.
En otras palabras, se está cargando sobre los hombros de ellas -las familias y los propios niños enfermos- responsabilidades que son de los Estados y que deben resolverse a nivel de instituciones y gobiernos. Se les está obligando a salvar sus vidas por sus propios medios, sin apoyo, cuando la protección de la salud y la vida humana debería estar garantizada sobre cualquier interés económico, político o institucional.
Son los Estados y sus instituciones los que deben aunar esfuerzos para asegurar el acceso a tratamientos adecuados en los lugares de origen, pero también la correcta atención de una persona con una enfermedad grave que migre buscando salvar su vida, por medio de convenios y políticas migratorias desde una perspectiva humanitaria. Dejar a su suerte a estas familias no solo es inmoral y hasta ilegal, sino profundamente deshumanizador.
La protección de la vida y la salud: una obligación moral y legal que debe ser irrenunciable
Resulta evidente que tanto el gobierno peruano como las autoridades españolas deben asumir sus responsabilidades y garantizar la adecuada atención de cualquier paciente con una enfermedad grave. La protección de la vida y la salud deben estar muy por encima de cualquier limitación presupuestaria o interés político.
Es necesario que en Perú se restablezcan con urgencia los convenios con hospitales en el extranjero para la derivación de casos complejos, así como que se refuercen sustancialmente los programas de apoyo económico a las familias para facilitar el acceso a tratamientos que hoy no tienen disponibles para sus hijos e hijas. El gobierno peruano debe asumir su responsabilidad en garantizar el derecho a la salud de estos menores, tal como establece su propia legislación. No se pueden escatimar recursos cuando están en juego vidas humanas, especialmente de niños y niñas.
Las autoridades peruanas están fallando a sus ciudadanos más vulnerables al no proporcionar los recursos para su adecuado tratamiento médico ni brindar el apoyo necesario a familiares desesperados. Esta negligencia está forzando a un doloroso éxodo en busca de la atención que el propio Estado debería garantizar.
Por su parte España, y en concreto la Generalitat de Cataluña, tienen el deber legal y moral de acoger y asistir a estos menores y sus familias, tal como establecen las convenciones internacionales sobre derechos de los niños y personas migrantes o refugiadas. No se puede negar ni obstaculizar atención médica a un menor, y mucho menos cuando está en juego su propia vida.
En definitiva, todos los actores involucrados deben actuar con urgencia y responsabilidad para garantizar el acceso a tratamiento y una calidad de vida digna a estos menores y sus familias. La salud y la vida humana están muy por encima de cualquier excusa económica o burocrática.
¿Acaso dejar a su suerte a un niño enfermo y su familia solo por su condición de migrante no nos convierte en cómplices de una gravísima injusticia? ¿No deberíamos cuestionarnos como sociedad si no estamos fallando a nuestros más básicos principios y valores humanos?
Fuentes:
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