Discurso íntegro de Poder Migrante pronunciado en Barcelona el 15 de diciembre de 2022, en el marco del Día Internacional de las personas migrantes.
«Para Poder Migrante, una red de personas y colectivos, situados en diferentes puntos de la geografía española, que trabajamos en la denuncia del racismo estructural y las desigualdades que enfrentan las personas migrantes en lo referente al acceso a derechos esenciales, resulta una feliz coincidencia que nos hayáis convocado justo cuando la temática central del evento de hoy es “la participación institucional y política de las personas migradas”.
Llevamos muchos años insistiendo desde nuestra plataforma en la importancia de que las personas inmigrantes, que ya sumamos más del 12 por ciento de la población de España y más del 22% de la población de Barcelona, participemos activamente en los espacios institucionales y ciudadanos donde se tomen decisiones sobre nuestro presente y futuro aquí. No dejaremos de repetirlo: “nada sobre nosotros sin nosotros”.
Por supuesto sabemos que participar, en un sistema donde estamos marcados por una ley de extranjería racista que nos impide acceder a derechos ciudadanos tan básicos como el voto, no es algo fácil y tampoco deseable para miles de inmigrantes, cuya prioridad es, esencialmente, sobrevivir. Bastante tenemos los inmigrantes extracomunitarios sorteando los obstáculos que nos impone la ley de extranjería para acceder a la salud y la educación públicas, el trabajo formal y la cotización en el sistema de pensiones, como para además estar pendientes de cómo y en dónde participar, sobre todo cuando muchos de esos espacios de participación ciudadana son poco accesibles.
A pesar de este panorama, en donde se juntan los obstáculos institucionales que impiden la participación plena de las personas inmigrantes en los asuntos ciudadanos y la indiferencia de muchos inmigrantes hacia la participación bajo la premisa de que “este no es su país”, no nos podemos dar el lujo de no participar, porque corren tiempos de odio y criminalización hacia nosotros. No podemos quedarnos en la pasividad y en los márgenes mientras se nos criminaliza, se inundan las redes sociales de bulos contra nosotros y se nos pone una diana en la frente.
La proliferación del discurso xenófobo que alimenta a una extrema derecha que no para de crecer en Europa, nos lleva a la conclusión de que participar en los espacios tanto institucionales como informales no debería ser una opción, sino una obligación. La diversidad de culturas y tradiciones que representamos las personas migrantes no puede ser asumida como una amenaza, tal como pretenden algunas fuerzas políticas, y no se nos puede seguir acusando, desde los grandes medios de comunicación, de ser los causantes de la inseguridad, del aumento de la criminalidad, o del saqueo de la salud y las ayudas sociales. Pero desmontar esos estereotipos racistas depende en gran medida de que nuestras experiencias y reivindicaciones sean directamente escuchadas. El objetivo, a mediano plazo, es que los espacios de participación se conviertan en refugios y muros de contención desde donde desmontar entre todos, nativos y extranjeros, el racismo y la xenofobia.
De otra parte, no participar en espacios informales como las asociaciones de vecinos de nuestro distrito, el AMPA del colegio al que van nuestros hijos, el comité de empresa de nuestro trabajo, el casal del barrio, la PAH de la zona donde vivimos, así como en los espacios más institucionales abiertos a la participación ciudadana para la construcción de políticas públicas, es seguir permitiendo que sean otros quienes hablen en nuestro nombre, quienes decidan qué es lo mejor para nosotros y nuestros hijos.
Con esto no queremos decir que la responsabilidad de la participación de las personas inmigrantes en los asuntos ciudadanos deba recaer solo sobre los inmigrantes. Nuestra participación en los espacios institucionales, políticos y públicos tiene mucho que ver con las facilidades y también con los obstáculos que dichos espacios nos ponen para atraernos e iniciarnos en la participación ciudadana.
Necesitamos espacios de participación que reconozcan nuestra diversidad lingüística y cultural. Necesitamos espacios de participación que tengan en cuenta nuestros horarios laborales y que comprendan que no siempre podemos dedicarnos a actividades participativas de manera gratuita. Necesitamos espacios de participación que realmente estén abiertos a nuestras opiniones y nuestras cosmovisiones, que no siempre concuerdan con la mirada occidental y eurocentrada de los espacios más institucionales.
Es clave que las instituciones públicas y las organizaciones sociales que buscan que se amplíe la participación de personas inmigrantes entiendan que la brecha digital es una realidad y no todos podemos acceder de la misma manera a mecanismos de participación digitales. También es necesario que comprendan que participar no es dar un testimonio sobre lo que significa ser migrante, como muchas veces nos lo piden, ni ser objeto de consultas únicamente sobre el tema de la migración. Queremos participar en igualdad de condiciones con las personas nativas, queremos que nuestra voz se escuche y se reconozca en su individualidad y su valía personal, pero también colectiva.
Las organizaciones e instituciones que nos convoquen a participar, tanto públicas, como privadas, y esto incluye a las organizaciones y asociaciones migrantes que llevan un largo tiempo en este país representando nuestros intereses, deben estar abiertas a nuevas ideas, a nuevos liderazgos, a revisar sus métodos y prácticas para no ser un eco de la colonialidad racista, capitalista y patriarcal que convirtió a los europeos en ciudadanos de primera y a los habitantes de las antiguas colonias en cuerpos de trabajo, sin voz ni voto. Si las instituciones que nos convocan no tienen un compromiso férreo con el desmantelamiento del racismo estructural y de las prácticas coloniales que buscan perpetuar la servidumbre de los que venimos de la ex colonias, nada de esto tiene sentido.
Por último, pero no menos importante, queremos insistir a nuestros hermanos y hermanas migrantes en que además de abrirse a participar en espacios ya existentes, creen sus propios espacios de lucha, de reivindicación, de reflexión conjunta y por supuesto de apoyo mutuo. Somos muchas y diversas y por ello nuestros espacios deben ser diversos y hablar de todo lo que somos y en todos los frentes que luchamos. No tengamos miedo de colectivizarnos, de dar el paso para convertirnos en asociaciones, cooperativas, etc, porque esa atomización y falta de formalización también juega en nuestra contra.
A estas alturas ya no podemos seguir soñando con regresar al lugar del que salimos hace años o décadas porque nuestra vida es aquí y ahora, aunque un día efectivamente regresemos. De que se escuchen nuestras voces y que sean tenidas en cuenta nuestras reivindicaciones depende el futuro de nuestros hijos, esos que están tiñendo de color y diversidad este continente y que casi seguro se quedarán aquí para disfrutar de los logros conseguidos.»
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