La ruta canaria migratoria cambia. Se frena el número de llegadas, pero resulta cada vez más letal. El Gobierno de Canarias calcula que la cifra de fallecidos y desaparecidos podría estar ya en torno a las 1.000 personas ya, según explica Txema Santana, asesor de la vicepresidencia del Gobierno canario, que avisa: “Todavía falta la época más dura del año”. Este número de muertes supone un empeoramiento de la situación en el África Occidental.
De acuerdo al periódico El País, la cifra casi iguala la registrada durante todo el año pasado, cuando perdieron la vida 1.109 personas en el intento de llegar a Canarias, según los datos que recopila Missing Migrants (migrantes desaparecidos), la agencia de Naciones Unidas dedicada a documentar las muertes y desapariciones de personas migrantes a destinos internacionales. Y eso, a pesar de que, según el Ministerio de Interior, el número de embarcaciones que arribaron a las costas canarias hasta el 31 de agosto ha disminuido un 3,3%.
La preocupación crece, ya que las personas que se lanzan al mar lo hacen en condiciones cada vez más precarias. En las travesías que se inician este año predominan las lanchas neumáticas —las pateras y los cayucos han desaparecido prácticamente de la ruta—, que resultan mucho más peligrosas. Estas barcas no solo no están preparadas para salir a alta mar, sino que, además, soportan un pasaje desmedido.
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