En el día Internacional de las Trabajadoras del Hogar y los Cuidados queremos recordar que las condiciones de desigualdad en términos de derechos laborales a las que se ven expuestas las trabajadoras de este sector a nivel mundial se debe no sólo a la desigualdad igualdad relacionada con el reparto sexual del trabajo que hace recaer sobre los hombros de las mujeres gran parte de las tareas de cuidados, especialmente en relación con el cuidado de los y las niños y adultos dependientes, sino también por la carga simbólica que en el imaginario social lo sigue relacionando con la servidumbre a la que se encontraban sometidas mujeres pobres y de razas y etnias consideradas de estatus inferior.
En un día como hoy, 30 de marzo, queremos reivindicar que el trabajo del hogar y cuidados es trabajo, pero para que pueda ser considerado trabajo decente y aceptable deben de reconocerse todos los derechos laborales básicos de cualquier otro trabajador o trabajadora, como el derecho al paro, por ejemplo y otras prestaciones que les son negadas por considerarse este un trabajo especial.
Justamente en esa concepción en la que se hace recaer la condición de especial de dicho trabajo, el realizarse el espacio privado del hogar, es donde radica la posibilidad de vulneración de los derechos humanos de las trabajadoras del sector.
Abusos sexuales, maltrato psicológico y hasta físico, ninguna prevención de riesgos laboral, despidos sin previos aviso y otra serie de situaciones como las que se pueden ver en fragmento de testimonio de una trabajadora del hogar y cuidados:
Entrevistadora: ¿Cuál es tu experiencia personal como trabajadora del hogar y cuidados?
Entrevistada: Yo me sentía como una presa, y muchas veces me ponía a imaginar eso y me decía ‘así debe ser estar presa, así me ponía a pensar y entre mí decía yo nunca voy a hacer nada malo porque no quiero perder mi libertad. Porque eso era la cárcel sin rejas pero con paredes y tenía yo a un guardia que controlaba todos mis movimientos. [el señor que cuidaba Cecilia tenía problemas de movilidad, pero le funcionaba muy bien la cabeza]. Tenía mucha ansiedad, me deprimía por días. Se me bajaba la moral y no tenía ganas de hacer nada.
Entrevistadora: ¿Por qué se te bajaba la moral? ¿Qué sentías?
Entrevistada: Porque él me controlaba mucho, me decía cómo me debería de vestir, que si el pelo, que si los zapatos, que si ya no me veía por ahí, que dónde estaba o qué estaba haciendo. Pero lo peor era por la noche, me daban ataques de ansiedad, rompía papeles, me daba angustia. Tuve que empezar a tomar pastillas para dormir. Al final, ahora último caí enferma y fue cuando ya empecé a pensar ‘estoy mal’ ‘me siento mal, esto me está afectando’. Pero me resistía por no quedarme sin trabajo porque yo necesitaba cumplir mis hijos y mi familia.
Este es sólo un pequeño fragmento de los muchos testimonios que hoy existen sobre el impacto en la salud emocional y física de las trabajadoras del sector del hogar y los cuidados.
Para que el trabajo del hogar y cuidados sea valorado y respetado como se merece queda mucho camino por recorrer. Sin embargo, son las propias trabajadoras organizadas a nivel local y global las que han alzado sus voces para reclamar los derechos que les corresponden como agentes activas de esta sociedad que sin cuidados no podría reproducirse, pero tampoco producir dentro de este sistema capitalista extractivista que se nos ha vendido como el máximo logro de la Modernidad.
Por tanto, en un día como hoy, cabe mostrar la doble moral de muchos países que se autoproclaman defensores y garantes del progreso de humanidad en términos de derechos humanos, pero que ni siquiera han ratificado el Convenio 189 sobre los trabajadores y las trabajadoras domésticas, entre ellos España, Austria, Francia, Estados Unidos, Japón, Reino Unido, entre muchos otros, dado que este Convenio sólo ha sido ratificado por 35 países.
En el día Internacional de las Trabajadoras del hogar y los cuidados no podemos dejar de celebrar el trabajo y la lucha de tantas mujeres del sector, especialmente de las trabajadoras del hogar y cuidados migrantes que no sólo tienen que enfrentarse a las duras condiciones laborales del sector sino también a las barreras de la Ley de Extranjería y las trabas burocráticas de las administraciones que no acaban de entender la compleja intersección de vulnerabilidades que afectan las vidas de las mujeres migrantes.
Artículo de Katty Solórzano, investigadora, activista social y colaboradora de Poder Migrante
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