El pasado sábado 3 de octubre se realizó el taller internacional “Temporeras Migraciones y Agronegocio” organizado por la Plataforma de Solidaridad con los pueblos del Mediterráneo, en el que se dieron cita expertos académicos, activistas, políticos y trabajadoras del sistema agrícola en el campo español.
Katty Solórzano, activista integrante de Poder Migrante, describió la trayectoria de la red como medio y espacio de denuncia al servicio de la ciudadanía migrante para visibilizar sus luchas y reivindicaciones, tales como las condiciones de explotación laboral y sexual de las trabajadoras temporeras. Desde Poder Migrante partimos de un planteamiento común: la Ley de Extranjería condiciona nuestras vidas y es el instrumento actual de sometimiento de las personas de orígenes distintos al español y europeo.
Asimismo, expuso la creciente criminalización de las personas migrantes por algunos sectores políticos en el contexto de pandemia actual, generando estigmas infundados e intentando instrumentalizar el miedo de la sociedad para intereses políticos partidistas.
En el taller se profundizó en las consecuencias del modelo del agronegocio centrado en la explotación intensiva de la tierra para monocultivos de soja y otros productos para beneficio de países altamente industrializados. Tanto en Brasil como en Argentina o Paraguay, son visibles los efectos devastadores del agronegocio controlado por cuatro multinacionales sobre las poblaciones locales.
Es cada día más visible el efecto en el impacto ambiental e incluso el riesgo para garantizar la seguridad alimentaria de los propios países que adoptan este modelo agronegocio pensado para satisfacer las demandas de los países del Norte principalmente.
TESTIMONIOS ESCALOFRIANTES DE EX TRABAJADORAS TEMPORERAS EN ANDALUCÍA
Las personas asistentes tuvieron la oportunidad de escuchar los durísimos testimonios de trabajadoras temporeras del sistema de contratación temporal de mujeres marroquíes por parte del Gobierno español en convenio con el Gobierno marroquí.
En palabras de uno de los exponentes; el sistema de contratación temporal llamado “migración circular” en jerga académica es un eufemismo para designar el nuevo modelo de esclavitud legalizado en el que se contrata mujeres escogidas por su nivel de vulnerabilidad para trabajar de forma temporal en las épocas de recogida de fruta en el campo español.
Si uno profundiza en el modelo y las condiciones de contratación, dicho sistema es lo más parecido a un modelo cuasi mafioso de trata de personas al servicio de empresas españolas dedicadas en su mayoría la producción de fresa, en el que una de las prácticas habituales es quitarles el pasaporte durante el tiempo de estancia, algo que está cambiando gracias a las denuncias y protestas de los pocos sindicatos y organizaciones sociales que apoyan a las trabajadoras.
Los testimonios de mujeres ex trabajadoras temporeras en Andalucía son escalofriantes:
“Nos tratan como animales, no tenemos agua, no tenemos luz. Comemos muy mal y cada día nos levantamos sin fuerzas para trabajar”.
“Vivimos aisladas sin teléfono y sin poder recurrir a nadie cuando tenemos una necesidad. Nos sentimos solas”
“Tú estás en la parte floja de la cuerda, yo en la parte fuerte. Nadie te va a creer”
La mujer intentaba protestar por el reiterado abuso y maltrato verbal por parte del empleador, quien la dejó cuatro días sin trabajar y sin cobrar su sueldo. En muchas ocasiones les restan días de trabajo aunque hayan trabajado el mes completo para pagarles menos de lo que les corresponde o les pagan por cajas recogidas cuando el contrato rige que es por día de trabajo.
Otra de las prácticas habituales del sistema de castigo es la constante inferioriorización a través de insultos y vejaciones como “mora” “sucia” “guarra” “sois como animales” y otros, que utilizan como método de terror psicológico para someter y doblegar el espíritu de las trabajadoras, especialmente de las que se atreven a protestar.
Se denunció la existencia de “listas negras” como otro de los métodos de sometimiento que manejan los empresarios y con las que amenazan las trabajadoras que reivindiquen algún derecho o protesten por lo que consideren algún comportamiento indebido. Caer en la lista supone que no será contratada en la próxima temporada de recogida con todo lo que ello supone para mujeres cuyos ingresos obtenidos durante este tiempo son el medio de sostenimiento de sus familias.
EL SISTEMA DE CONTRATACIÓN TEMPORAL, UN MODELO DE ESCLAVITUD
El sistema de contratación temporal de mujeres marroquíes se desvela como un agujero negro de los derechos humanos para mujeres que vienen directamente a invernaderos y que no conocen bien el idioma. El contrato que firman no se les explica cuidadosamente, ya que en muchas ocasiones solo está en español. Una de las trabajadoras ex temporeras denunció que este sistema de trabajo se traduce en “miedo, castigo y hambre” y la buena trabajadora será la que intuya rápido que la pauta es “cerrar la boca y bajar la cabeza” frente a todo.
Sin duda este fue un taller enriquecedor en el que se puso en el centro de análisis la conexión entre el agronegocio y la desigualdad. Entre el despojo de las tierras de los países del Sur Global para el monocultivo de bienes de demandados por el Norte Global y la migración como consecuencia del empobrecimiento y el saqueo de los recursos de los países de América Latina y África mediante distintos modelos de explotación en los que también participa la oligarquía terrateniente de esos países.
En suma, se definió el agronegocio como un modelo de producción de despojo y explotación de las tierras para beneficio de unos pocos, mientras que en los países llamados desarrollados se crean sistemas de apartheid laboral para trabajadores provenientes del sur global ya sea porque se reclutan mediante el sistema contratación temporal o porque bajo la Ley de extranjería como instrumento de exclusión y negación de derechos se los convierte en mano de obra barata y explotable dócilmente.
Para terminar, una de las conclusiones del taller fue que la solidaridad es la mejor arma de resistencia frente al criminal abuso que sufren las mujeres en este sistema de trabajo de temporeras recolectoras.
También que la capacidad de resistencia y valentía de las mujeres que, pese a las amenazas y adversidades, han denunciado y visibilizado los abusos, al mismo tiempo que reivindican que el precio real de las fresas es mucho más alto de lo que aparentemente sabemos -o queremos saber-, nos da mucha esperanza.
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