La ciudad de Algeciras intenta sanar y recomponerse tras el trágico asesinato del sacristán Diego Valencia, ocurrido el miércoles por la tarde en la Iglesia de La Palma. El presunto autor, Yasine Kanjaa, ha sido detenido por las autoridades mientras continúan las investigaciones.
La muerte de Valencia ha conmocionado a toda la comunidad, que a pesar de ello se mantiene unida en el dolor y en la lucha contra el odio y la intolerancia. Adam Mouaouia, un vecino de la ciudad, expresa su tristeza y su preocupación por el impacto que este acto de violencia pueda tener en la convivencia entre las diferentes comunidades de la ciudad. Sin embargo, confía en el trabajo que se ha venido realizando en los últimos años para fomentar la unidad y la comprensión mutua.
La mujer que se encuentra junto a él con una pancarta en las manos, llora en silencio. Ella, como muchos otros vecinos musulmanes de Algeciras, ha venido a expresar su dolor y su solidaridad con la familia del sacristán asesinado. Han venido a explicar a todo el mundo que Yasine Kanjaa no representa a ninguna comunidad ni religión. De hecho, la misma investigación apunta a que actuó de forma solitaria.
El alcalde de la ciudad, José Ignacio Landaluce, ha pedido un minuto de silencio en la Plaza Alta, en homenaje a Diego Valencia para mostrar respeto y cariño. La plaza estaba abarrotada mostrando un comportamiento ejemplar, donde no se escuchó ningún grito de odio ni ninguna proclama política.
Medios de comunicación intentan buscar indicios del riesgo que el crimen prenda la llama del odio. Un reportero de la ultraderecha trata de vincular en sus tendenciosas preguntas al Islam con el crimen pero los vecinos le increpan.
No había tales indicios frente a la Iglesia de La Palma y en pleno duelo por la víctima. Las calles y las plazas donde las personas se encuentran cara a cara no reflejan el odio que corre en las redes sociales, donde lleva días campando a sus anchas.
En Algeciras, una ciudad con 122.368 habitantes, conviven personas de 125 nacionalidades diferentes, siendo la marroquí la más numerosa con más de 6.300 censados, el 5,2% del total, según los datos del INE. La convivencia en el día a día, según la mayoría de los consultados, es razonablemente buena y existe un tejido asociativo potente que trabaja para mantenerlo así. Los datos de criminalidad también desmienten que Algeciras sea una ciudad peligrosa.
La Fundación Márgenes y Vínculos, que ha estado trabajando en el ámbito de la migración en el Campo de Gibraltar durante 12 años, realizó un estudio en 2017 sobre la percepción de la convivencia entre la población. Los resultados reflejaron que un 30,6% de la población autóctona considera que la población migrante contribuye a mejorar la vida en comunidad y un 35,4% que lo hace para mantener la convivencia. Además, el 81% de la población extranjera expresó que siempre o casi siempre ve respetadas su cultura y sus costumbres.
El 60% de los autóctonos dicen que se relacionan diariamente tanto con españoles como con extranjeros, porcentaje que sube a casi al 70% en el caso de los foráneos. Y el 64,6% de los migrantes encuestados aseguró que ha sido un acierto o un gran acierto haberse ido a vivir a Algeciras.
FUENTES:
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