RACISMO Y XENOFOBIA, amenazas universales para la salud pública

RACISMO Y XENOFOBIA, amenazas universales para la salud pública

40 expertos de instituciones de Australia, Brasil, Corea del Sur, EEUU, Filipinas, India, Kenia, Reino Unido o Sudáfrica concluyen que el racismo y la xenofobia tienen un impacto crucial en la salud de las personas y deben reconocerse universalmente como amenazas para la salud pública.

El racismo, la xenofobia y la discriminación ocurren en todas las partes del mundo y tienen un impacto crucial en la salud de las personas pertenecientes a minorías, por lo que deben reconocerse universalmente como amenazas para la salud pública.

Así lo sugieren cerca de 40 expertos de instituciones de Australia, Brasil, Corea del Sur, Estados Unidos, Filipinas, India, Kenia, Reino Unido o Sudáfrica en una nueva serie de cuatro artículos publicados este viernes en la revista médica “The Lancet”

“El racismo y la xenofobia existen en todas las sociedades modernas, y tienen efectos profundos en la salud de las personas desfavorecidas. Hasta que el racismo y la xenofobia sean universalmente reconocidos como impulsores significativos de los determinantes de la salud, las causas fundamentales de la discriminación permanecerán en la sombra y seguirán causando y exacerbando las desigualdades en salud”, indica Delan Devakumar, de la University College de Londres (Reino Unido)

Los autores apuntan que el racismo, la xenofobia y la discriminación son problemas globales. Si bien los contextos y las historias difieren, los impulsores sociales y políticos, y las consecuencias para la salud de la discriminación basada en las categorías de casta, etnia, indigeneidad, estatus migratorio, raza, religión y color de piel resultan similares en todo el mundo.

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Consecuencias del racismo y la xenofobia en la salud pública

Reino Unido hubo tasas de mortalidad más altas entre los grupos étnicos africanos negros, caribeños negros, bangladesíes, paquistaníes e indios en la segunda ola de la covid-19.

Los grupos de inmigrantes y otros, como las ‘castas registradas’ en la India, a menudo se encuentran particularmente en desventaja por las barreras a la atención médica impuestas por los Gobiernos.

Las poblaciones indígenas de todo el mundo han sufrido peores resultados de salud, incluida una menor esperanza de vida, una mayor mortalidad infantil y materna, y más desnutrición.

En todas las condiciones de salud, desde cánceres hasta enfermedades cardiovasculares y covid-19, la casta, el origen étnico y la raza a menudo se enumeran como factores de riesgo.

Los expertos demuestran que las personas pertenecientes a minorías tienen un mayor riesgo de enfermedad debido a que no han recibido un escrutinio adecuado por parte de los profesionales de la salud porque existe una tendencia a asumir que estas desigualdades están determinadas genéticamente y son inmutables.

La discriminación racista causa cambios biológicos a corto y largo plazo. Ello también da forma a los entornos de vida y sienta las bases para muchos de los factores de riesgo asociados con la mala salud, como la exposición a viviendas de mala calidad, la pobreza y la violencia en los vecindarios; la contaminación del aire y el acceso limitado a espacios verdes y alimentos nutritivos.

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La discriminación racista limita las oportunidades con las que las personas pueden mejorar su salud y bienestar, a través de la educación formal, la recreación, el trabajo y la atención médica.

En los últimos años, hemos sido testigos de la persistencia del colonialismo. Durante la pandemia de la covid-19, hemos visto cómo el acceso a vacunas que salvan vidas ha sido estructurado en líneas coloniales y raciales, ya que países de altos ingresos en el Norte Global han recibido un acceso privilegiado a estas”, escribe Gideon Lasco, antropólogo médico de la Universidad de Filipinas.

Mientras el 70% de las personas en Europa han recibido al menos una dosis, esta cifra sigue siendo solo el 32% en África.

Urge un cambio de modelo transformador antirracista en la salud pública

Más allá de las medidas que reducen los impactos del racismo y la xenofobia en la salud de las personas, se necesita una acción más amplia y profunda para transformar los sistemas existentes que defienden y reproducen el racismo y la xenofobia.

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Los autores sugieren que ese cambio se puede lograr con intervenciones de salud pública antirracistas. Por ejemplo, programas de educación temprana que reduzcan los prejuicios hacia los grupos discriminados, mejoren la sensibilidad cultural entre los proveedores de atención médica y fortalezcan la provisión de seguridad social.

El cambio organizacional y comunitario, y el compromiso activo con la construcción de movimientos también pueden formar parte clave de la acción de la comunidad de salud para abordar la inequidad racial.

La legislación y las políticas de equidad racial tanto institucionales como nacionales también se plantean como puntos de partida efectivos para el progreso.

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