Por Ángeles de Sekhmet | Poder Migrante
Estamos viviendo una escalada de ataques sin precedentes a los más básicos principios de convivencia y respeto, ataques aupados por políticos clasistas, anacrónicos y retrógrados que, como no tienen ningún proyecto político, recurren al argumento preferido de este tipo de personas: atizar el miedo contra el extranjero.
Apoyados por medios de (des)información que han hecho del desconocimiento -real o deliberado- su libro de estilo, les están haciéndoles el juego a las fuerzas políticas democráticas que han hecho del mirar hacia el otro lado su hoja de ruta, por intereses propios, sabedores como son de que el miedo paraliza, inhibe cualquier pensamiento de rebelión y es el arma de control masivo más poderosa.
Sin embargo, a todos se les ha olvidado que, el miedo, también puede ser el revulsivo que haga decir «¡Basta ya!», se tomen las riendas de la autodefensa y la denuncia de las injusticias.
Los dos protagonistas de nuestra historia nos están dando una lección de valentía y de serenidad y, sobreponiéndose a sus miedos, nos están ayudando a sobreponernos de los nuestros y salir a la calle en su defensa y, por ende, también en la nuestra; estamos hablando de Amarouch Azbir y Mohamed Said Badaoui.
Los hechos
Solo vamos a hacer un pequeño resumen, para refrescar la memoria de quienes ya les conocen y poner en antecedentes a quienes no conocen su caso.
Amarouch Azbir y Mohamed Said Badaoui solicitaron la nacionalidad española tras 20 y 30 años, respectivamente, de residencia continuada en nuestro país; recordemos que la legislación española permite hacer dicha solicitud tras 10 años de residencia continuada o, en caso de estar casado/a con un ciudadano español, basta 1 año de residencia continuada a partir del primer año de matrimonio y que este continúe vigente a la solicitud. También se ha de constatar tener trabajo, arraigo familiar y comunitario.
Sin embargo, ambas solicitudes fueron denegadas porque, según los informes de la Comisaría General de Información (CGI) nuestros protagonistas son «un peligro para la seguridad nacional». A la luz de este informe, el 14 de septiembre de este año, la Secretaría de Estado de Seguridad firmó las pertinentes órdenes de expulsión. Ante el recurso presentado por el abogado de ambos y la no ejecución de dicha expulsión, el 18 de octubre se procedió a la detención de Amarouch y de Mohamed, pasando a disposición de los juzgados de sus municipios, Vilanova y la Geltrú (Barcelona) y Reus (Tarragona), respectivamente.
Tras las vicisitudes que ahora veremos, Amarouch fue puesto en libertad con cargos, por lo que tiene que ir al Juzgado a firmar cada dos días, ya que el juez consideró que el citado informe del CGI era «vago, impreciso y genérico»; pero Mohamed fue llevado al CIE (Centro de Internamiento de Emigrantes) de la Zona Franca (Barcelona), donde todavía está en el momento de escribir este artículo (6 de noviembre).
Los protagonistas
Amarouch Azbir
Amarouch Azbir nació en Beni Said (Marruecos); llegó a España en patera, desde Tánger. Tenía 19 años y estaba solo, sus padres quedaron en su país.
Su primer trabajo fue en una finca de caballos; posteriormente, trabajó 6 meses en la construcción. Desde hace casi 20 años, está contratado de manera fija en el Ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú realizando labores de limpieza y jardinería.
Su simpatía natural y su amabilidad le han granjeado la amistad y cariño de sus compañeros de trabajo, amigos y la población en general. La localidad cuenta con poco más de 60.000 habitantes, por lo que mucha gente le conoce.
Paralelamente, Amarouch participa activamente en la vida de la mezquita al-Furkan de su localidad, llegando a ser su imam (presidente); la mezquita está abierta a todos los ciudadanos no-musulmanes y se organizan muchas actividades conjuntas, desde visitas, fiestas y la celebración del iftar (rompimiento del ayuno) durante el Ramadán en la Rambla de la localidad. Además de clases de árabe, salidas culturales, talleres para niños y jóvenes, también se canalizan donaciones de sangre y, durante la pandemia, ayudas sanitarias y económicas tanto a musulmanes como a no musulmanes. La mezquita pertenece a la Unión de Comunidades Islámicas de Catalunya, la Unión de Comunidades Islámicas de España y la Comisión Islámica de España.
La estrecha relación de la mezquita con la administración local -ya que colaboran en casos de mediación y traducciones- hizo que, cuando unos jóvenes magrebíes empezaron a provocar disturbios, la policía local se dirigió a Amarouch para solicitar su ayuda. Amarouch, los padres de los chicos y otros miembros de la comunidad vieron la necesidad de encontrar un lugar para realizar actividades que tuvieran a los niños y jóvenes ocupados y protegidos. Así nació la idea de comprar una nave y adecuarla.
La respuesta fue inmediata, cada uno aportó lo que pudo y, en poco tiempo, recogieron los 208.000 euros necesarios para poder comprar la nave. En la Notificación de Propuesta de resolución del Trámite de Audiencia -de la que el propio Amarouch nos facilitó una copia- se dice que, en 2019 «…aseguró (Amarouch Azbir) haber comprado un edificio por valor de 208.000 euros.» y que ese dinero, junto con lo recaudado durante el zakat (donativos que se realizan durante el Ramadán para ayudar a las familias necesitadas) fueron a parar a grupos extremistas de Palestina, Siria e Irak…, pero no se aporta ningún documento que lo acredite. La mezquita y el propio Amarouch sí pueden demostrar que la recogida de donativos como el pago de la nave están debidamente recogidos por la entidad bancaria y los documentos pertinentes.
Tras su detención, cuando iba a buscar a sus hijos al colegio, su familia estuvo 5 días saber nada de él; en ese impase, Amarouch fue llevado de Vilanova a Barcelona; de ahí, a Madrid, de vuelta a Barcelona y de regreso al juzgado de Vilanova i la Geltrú, donde se celebra el citado juicio que le concedió la libertad con cargos. A día de hoy, está a la espera del recurso que ha presentado su abogado.
Amarouch cumple todos los requisitos para obtener la nacionalidad: más de 10 años de residencia continuada; trabajo estable y arraigo comunitario. Pero, sobre todo, arraigo familiar; su esposa también es marroquí y tienen 3 hijos -el mayor, de 11 años, el mediano de 8 y la pequeña de 4-, afirmando con orgullo que todos hablan castellano, catalán, árabe e inglés.
Mohamed Said Badaoui
Mohamed Said Badaoui nació en Marruecos. Su padre vino a España en busca de una vida mejor y, cuando tuvo trabajo y su situación legal regularizada, fue a buscar a la familia -en 1992 todavía no estaba en vigor la reagrupación familiar-; Mohamed llegó a España con 10 años.
Se instalaron en L’Argilaga (Tarragona), una población que, aún hoy, no supera los 100 habitantes. Eran los únicos musulmanes y todos les acogieron con cariño, ayudándoles mucho en la integración. Mohamed nos contó que guardaba un gran recuerdo del entonces maestro de la escuela ya que, como ellos llegaron en el mes de febrero y no pudieron incorporarse al curso que ya estaba a medias, el maestro dedicó todas sus horas libres a prepararles y enseñarles el idioma, por lo que pudieron empezar el curso a un nivel equiparable al de sus compañeros.
Mohamed estudió hasta la ESO y la familia se afincó en Reus. Gracias a la experiencia adquirida en las actividades sociales de la mezquita, Mohamed trabaja actualmente como educador social en un centro de menores y colabora con las Administraciones Públicas y los diversos Cuerpos Policiales en labores de mediación, acompañamiento y traducción. Asimismo, a través de la Xarxa de Barris (Red de Barrios) del Ayuntamiento de Reus se encarga de acompañar a los chicos a los entrenamientos de fútbol y colabora en los Digitales en Ramadán, dando a conocer la gastronomía y la cultura árabes y musulmanas y organizando celebraciones, como el iftar que, en 2019 reunió a más de 250 personas.
A petición de escuelas, institutos y la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona), ofrece charlas sobre convivencia, respeto y leyes. Actualmente, desde la mezquita as-Sunnah -de la que es portavoz y fue el precursor de abrirla a la población no musulmana- trabajan conjuntamente con el Ayuntamiento para facilitar la convivencia y romper estigmas, etiquetas y estereotipos.
En el interín, Mohamed contrajo matrimonio con una española nacida en Valencia y tienen 3 hijos, dos niñas y un niño. Como vemos, al igual que su compañero, el arraigo laboral, comunitario y familiar está más que demostrado. Y, en su caso, hubiera podido pedir la nacionalidad hace muchos años, acogiéndose a la premisa de hacerlo por matrimonio.
Tras su detención el pasado 18 de octubre, su abogado -el mismo que representa a Amarouch- ha presentado los recursos pertinentes ya que Mohamed no tiene sanciones administrativas pendientes ni antecedentes penales que justifiquen los argumentos de la policía. La actitud del juez, prefiriendo dar presunción de veracidad a un incongruente informe policial y vulnerando claramente la presunción de inocencia de Mohamed, ha sorprendido y generado las protestas de juristas y activistas por los derechos humanos.
¿Por qué Mohamed sigue en el CIE? Nadie sabe dar una razón; quizá, como él mismo dice, es como represalia por haber denunciado la injusticia que se cometió al denegarle la nacionalidad.
Conclusiones
¿De dónde han salido las acusaciones de radicalización, salafismo y adopción de los postulados más integristas? Según ha demostrado su abogado, no hay ninguna razón que las justifique; es más, ambas mezquitas fueron investigadas tras los atentados del 11S y ni la policía autonómica ni la nacional han encontrado nada ni contra ellos en particular ni contra ningún miembro de la mezquita en general. Por tanto, para el letrado, son manipulaciones. Además, como afirma Jamal, el hermano de Mohamed, la mezquita sí fue considerada salafista por el Ministerio del Interior, pero la llegada de Mohamed cambió radicalmente la situación, ya que trabajó para eliminar todos los elementos subversivos y abrirla a toda la población.
Si Amarouch y Mohamed tuvieran algo que ver con el integrismo islámico, las investigaciones tendrían que haber empezado mucho antes, no en 2022 tras la detención.
¿Cuál es, ahora, la mayor preocupación de ambos? Lógicamente, su situación legal pero, sobre todo, sus familias. Hablando con ellos, se percibe un sólido iman (fe) pero, sobre todo, el profundo amor por la familia, las esposas y los hijos que han quedado solos, amparados, eso sí, por la fraternidad musulmana. Mas, como nos decían ambos, si la expulsión se confirma, será la destrucción de ambas familias.
Ambas esposas han decidido que, si los echan, ellas y los niños se van con ellos. Pero ¿qué futuro les espera en Marruecos? Los hijos de Amarouch hablan árabe, pero los de Mohamed solo conocen los rudimentos básicos. Mas, el colegio que encontrarán en Marruecos, poco o nada tiene que ver con el que frecuentan aquí. La esposa de Amarouch, marroquí de nacimiento, podrá defenderse pero no la de Mohamed. Y, laboralmente hablando, ¿qué pueden esperar en un país con una situación económica y social tan complicada?
El miedo, ese miedo atenazante que nos paraliza no entra en el vocabulario de Amarouch y de Mohamed; porque no pueden permitírselo, porque no pueden dejarse vencer por él. Por ellos mismos, por sus esposas e hijos, por todos los que están pasando por una situación análoga a la suya. Morir de pie antes que vivir de rodillas, decía el revolucionario; vivir sin miedo, con la cabeza alta porque se tiene la conciencia tranquila, con la esperanza de que, tarde o temprano, la verdad saldrá a la luz.
Viendo el valor con el que están afrontando la situación, conociendo las reacciones que se están produciendo en toda Cataluña y otros puntos del Estado que han hecho salir a la calle a musulmanes y no musulmanes, se atisba un rayo de esperanza, una luz al final del túnel del miedo.
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