A mucha gente le sorprende que, después de 30 años en Catalunya, el activista Said Badaoui esté recluido en un CIE, pero sus apellidos y su origen pesan, en el contexto del Estado español y Europa, más que cualquier testimonio de arraigo. Son la justificación perfecta para poder encerrarle sin otorgarle su derecho a la presunción de inocencia y a un juicio justo.
Todo comenzó el pasado junio de 2022, cuando Mohamed Said recibió la noticia de que su solicitud de nacionalidad española había sido denegada. En la explicación de la causa por parte de la administración competente, se alegaba un supuesto proceso de “radicalización” y “proselitismo”.
Desconcertados, Mohamed Said y su abogado solicitaron una explicación detallada de la denegación de nacionalidad española y pruebas que demostraran de forma acreditada y concreta una acusación de tal calibre. Hasta el momento actual, nunca han llegado.
El 5 de agosto, Mohamed Said Badaoui recibió una orden de expulsión que podía ser firmada y ejecutada en cualquier momento, con tan solo 48 horas de margen para presentar un recurso. En dicha notificación se amplificaban las acusaciones llevándolas hacia un extremo inimaginable, pero seguían sin aportarse pruebas concretas.
La labor y persona de Mohamed Said Badaoui son bien conocidas desde hace décadas por movimientos sociales de índole diversa, por todas las entidades de Defensa de los Derechos Humanos, por asociaciones de migrantes, por representantes de partidos políticos.
A todo ello se suma una acreditada y estrecha colaboración mantenida con colegios, institutos y universidades públicas para una posibilidad de acercamiento y solidaridad entre la comunidad musulmana y la sociedad.
El buen hacer de Mohamed Said Badaoui le ha hecho ganarse el cariño y el respeto de la inmensa mayoría de la gente de a pie de la provincia de Tarragona y más allá. Estos sí son hechos demostrados, concretos y ampliamente acreditados.
Y es eso lo que explica el apoyo social y político recibido cuando fuera detenido en la puerta de su casa sin poder ni tan siquiera avisar personalmente a su familia.
¿Por qué está Mohamed Said Badaoui en un CIE? La respuesta es entonces simple: por no haberse resignado, por haberse movilizado, de forma democrática, para defender su imagen y sus derechos. ¿Dónde están las demostraciones materiales y racionales de acusaciones como las recibidas por Mohamed Said Badaoui y Amarouch Azbir?
Lo que está en juego con el caso de Mohamed Said Badaoui y tantos otros activistas vinculados a otras causas en la actualidad del Estado español, es la salud ética de nuestras demandas de justicia.
Quienes están apoyando a Mohamed Said Badaoui lo saben: el activista está en un CIE por ser una persona migrante y musulmana políticamente activa en la defensa de los derechos humanos.
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