En su artículo “8M: Las deudas del feminismo con el antirracismo”, Paula Guerra aborda un tema crucial en el feminismo contemporáneo: la necesidad de establecer alianzas verdaderas y significativas entre mujeres de diferentes orígenes y luchar por los derechos de todas las mujeres, especialmente aquellas que pertenecen a grupos marginados y vulnerables. Guerra denuncia la falta de apoyo y solidaridad por parte del feminismo blanco hacia las mujeres racializadas y migrantes en luchas como la defensa de los derechos laborales y la lucha contra la violencia sexual.
Es importante destacar que no es una crítica al feminismo en su totalidad, sino más bien se enfoca en el feminismo hegemónico y en la falta de acción de las feministas blancas aliadas. La autora señala que la falta de alianzas no es sólo una cuestión de palabras, sino de acciones, y destaca la necesidad de que las feministas blancas tomen medidas concretas para apoyar las luchas de las mujeres migrantes y racializadas.
Un punto clave en el artículo es la falta de empatía y solidaridad por parte de las feministas blancas hegemónicas. La autora señala que muchas feministas blancas ven los problemas de las mujeres migrantes como algo ajeno y no se sienten tocadas por su sufrimiento. Como resultado, no se involucran en luchas que no les afectan directamente, y no apoyan las iniciativas de las mujeres racializadas.
Guerra destaca la importancia de ser una verdadera aliada de las mujeres racializadas, y no solo autoproclamarse feminista. Ser aliada implica actuar en consecuencia y tomar medidas concretas para apoyar las demandas del antirracismo y la igualdad. Esto incluye la derogación de la Ley de Extranjería y el cierre de todos los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE), así como la aprobación de la Ley Orgánica contra el Racismo y la ILP presentada por la campaña #RegularizaciónYa.
El artículo de Paula Guerra es un recordatorio de que el feminismo debe ser inclusivo y abordar no solo la igualdad de género, sino también la igualdad racial y social. Las mujeres migrantes y racializadas se enfrentan a una doble discriminación y opresión, y es responsabilidad de todas las feministas apoyar la lucha contra el racismo y la xenofobia. Por ello, es importante destacar la necesidad de tomar medidas concretas para apoyar estas luchas, y no solo limitarse a palabras vacías y discursos retóricos. Solo entonces se puede construir un movimiento feminista verdaderamente inclusivo y transformador que luche por la justicia social y la igualdad para todas las mujeres.
FUENTE: https://www.elsaltodiario.com/
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