Desde el estado de alarma, las personas migrantes en el Centro de Estancia Temporal de Extranjeros (CETI) de Melilla han comprobado que las medidas repetidas hasta la saciedad por las autoridades para evitar los contagios no eran para ellos.
Se preguntaban cómo podían respetar la distancia social si cada día, en la cola del comedor se encontraban con centenares de personas; si dormían bajo lonas junto a decenas de compañeros, separadas por estrechos pasillos que imposibilitan evitar el contacto; si apenas había mascarillas y gel para todos.
El pasado viernes, se cumplió el temor de numerosas organizaciones especializadas tras detectarse el primer caso de coronavirus en el CETI. A pesar del riesgo de expansión del virus en el interior, el Gobierno mantiene en condiciones de hacinamiento a 1.375 personas en un espacio con capacidad para alojar a 782.
La residente infectada fue trasladada al Centro COVID-19 para su aislamiento. Ese mismo día, la Consejería de Salud Pública, en coordinación con el Ministerio de Inclusión, ordenó el cierre del CETI durante las dos semanas siguientes, medida que ha sido suspendida este martes por el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Melilla tras considerar que “no es proporcional”.
MIGRANTES DEL CETI PIDEN PROTECCIÓN
El cierre temporal y la situación en el centro de acogida ha disparado el nerviosismo entre los migrantes acogidos, después de haber pedido durante meses su traslado a la península. Cargados con pancartas en castellano y árabe con mensajes como ‘Pedimos seguridad y protección, no miedo’ y ‘Huimos de la guerra para no morir aquí’ y al grito de ‘salida’ y ‘libertad’, cerca de 200 residentes del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla se han concentrado este martes en las puertas de las instalaciones reclamando el traslado a la península «por miedo al contagio de coronavirus».
“Tenemos miedo al coronavirus. Estamos hacinados, no hay posibilidad de mantener la distancia de seguridad, apenas tenemos mascarillas o geles”, afirma Abdellah, un joven palestino que lleva poco más de un año en el centro a la espera de una respuesta de su petición de asilo. Con esas palabras describía la situación de desesperación que viven las 1.375 personas residentes del CETI, según los últimos datos facilitados por la Secretaría de Estado de Migraciones, cifra que prácticamente duplica la capacidad de acogida del centro, de 782.
“Huyo del genocidio que comete Israel en Palestina. Cuanto más tiempo pase hasta que me concedan la protección, más tardaré en reagruparme con mi mujer e hija”.
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