A la localidad de Tunte, un pueblo ubicado en el principal municipio turístico de Gran Canaria, San Bartolomé de Tirajana, estaba prevista la llegada de un grupo de personas llegadas en patera días atrás y que llevaban durmiendo desde entonces en la calle, en el muelle de Arguineguín, sin soluciones por parte de las administraciones hasta que decidieron trasladarles a Tunte.
Ante la noticia del traslado, varios vecinos se organizaron para evitar que llegaran. «A ver si conseguimos que no se bajen ni de la guagua», comenta un vecino en un audio de WhatsApp. Ese era el plan y así lo ejecutó durante varias horas un grupo de vecinos que levantó barricadas. Al grito de «no nos moverán», se apostaron hasta que por la noche la Policía consiguió abrirse paso para que los migrantes pudieran alojarse en el centro.
El caso sirve perfectamente para analizar la diferencia del trato al turismo y a la migración. Cómo a uno de le abre la puerta y se le pone alfombras mientras al otro le esperan trabas, controles y barreras. El racismo sigue abriéndose paso para ser un factor determinante en el trato. La realidad es que a día de hoy las medidas sanitarias para controlar posibles casos importados de COVID-19 son más estrictas con los migrantes que con los turistas.
Al calor de la diferencia de tratamiento institucional de la migración en tiempos de pandemia cada vez coge más fuerza la idea de que quienes llegan para trabajar y buscarse la vida vienen contagiados. Lo vemos en las propuestas y lo vemos en los bulos.
El turismo y la migración son fenómenos poco comparables, pero la crisis del coronavirus ha ayudado a remarcar una diferencia en la que lo racial tiene mucho que ver: un turismo sin apenas controles y al que se dedican elogios frente a una migración, siempre desde el sur, enfrentada a multitud de trabas y estigmas. Recientemente incluso el Gobierno de Canarias decidió contratar un seguro para cubrir los gastos derivados de una incidencia por coronavirus que puedan tener los turistas: repatriación, gastos médicos y estancia en cuarentena.
Está en manos de la población hacer del antirracismo y la lucha por la migración una prioridad, en manos de los políticos transformar las instituciones y en manos de los medios de comunicación no entrar en un juego de criminalización en el que ganan unos pocos y pierden muchos. No permitir que la pandemia agrande más las brechas ya existentes está en nuestras manos.
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