Ya ha pasado un año desde que comenzó la pandemia y muchas de las mujeres migrantes, trabajadoras del hogar que han estado en primera línea de la batalla contra la covid-19, al cuidado de mayores y pequeños, siguen sin ver reconocida su labor. Un trabajo que se obvia. Su vulnerabilidad ha dado lugar incluso a situaciones de maltrato. Ellas encarnan una triple discriminación: mujeres, migrantes y pobres.
“La sociedad, en medio de la pandemia, sigue teniendo normalizado que explotar y abusar de las mujeres trabajadoras migrantes está bien”, sentencia Silvia Carrizo, de la asociación Malen Etxea.
“Nos llegó el caso de una chica que, cuando terminó el estado de alarma, se quedó trabajando interna en la casa donde estaba. Como trabajadora esencial, podría haberse ido a su casa. Estuvo de acuerdo con quedarse los fines de semana y esperaba, simplemente, que le pagaran sus horas extra.
Cuando reclamó a la hija de la persona mayor a la que cuidaba, ésta acudió encendida, diciéndole insultos como ‘golfa' y ‘malagradecida'. Le dio una bofetada y, no contenta con eso, la golpeó con el palo de la fregona. Ella fue a la comisaría, le tomaron la denuncia por los moratones que tenía, pero le dijeron que le iban a abrir un expediente de expulsión por no tener papeles. Se cambió de comunidad por miedo a que la expulsaran del país”.
Las trabajadoras del hogar internas más vulnerables ante el abuso son, en su inmensa mayoría, mujeres migrantes en situación irregular. A finales de 2019 y del año pasado, la Encuesta de Población Activa (EPA) recoge cerca de 600.000 empleadas del hogar. Alrededor de un tercio de ellas no cotizan a la Seguridad Social, una pista sobre el gran número de empleadas del hogar ‘sin papeles'.
Las medidas del Gobierno son claramente insuficientes para las trabajadoras del hogar. El Gobierno decretó un subsidio extraordinario para paliar los efectos en el colectivo en la pandemia. El pasado mes confirmó que alrededor de 38.000 empleadas del hogar habían accedido a la medida, es decir, solo un 10% de las que cotizan a la Seguridad Social. Por supuesto, no es una opción para las trabajadoras del hogar en situación irregular.
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