“Lo siento, pero la dueña no quiere extranjeros”. Con estas palabras rehusaron en una inmobiliaria darle más datos sobre un piso en alquiler que se anunciaba en el escaparate a Moussa, inmigrante senegalés que trabaja desde hace cinco años como ayudante de cocina en un restaurante madrileño. Preguntó si tenían más viviendas de las características que su familia –compuesta por él, su mujer y sus tres hijos– precisaban. Le respondieron que no tenían en ese momento nada disponible.
La situación a la que se enfrentó Moussa ese día es solo un ejemplo de lo que tienen que sufrir muchos inmigrantes cuando tratan de acceder a una vivienda. Se trata de una discriminación inmobiliaria que realizan particulares y agencias, que no atiende a la posición económica de los individuos sino al origen del interesado.
El último ejemplo de estas prácticas viene de la mano de la exportavoz en español de Barack Obama en la Casa Blanca durante casi dos años, Katherine Vargas. La colombiana, que actualmente trabaja en Madrid se enfrentó a una situación muy desagradable, al ser vetada por la casera de un piso situado en Trafalgar (en pleno corazón de Chamberí) por ser extranjera.
Demostrar la existencia de la discriminación inmobiliaria puede ser difícil ya que, en la mayoría de ocasiones, no se expresa abiertamente.
Para poder exponer esta xenofobia SOS Racismo elaboró un estudio. La asociación realizó 462 llamadas a 250 inmobiliarias de siete comunidades autónomas y pruebas presenciales en 20 agencias de cuatro ciudades: Donostia, Gasteiz, Madrid y Barcelona.
Para realizar el estudio se ponían en contacto con las inmobiliarias ciudadanos de origen extranjero y a los pocos minutos personas de apariencia típica española. Los sujetos del experimento se coordinaban para contactar con las agencias mostrando el mismo perfil económico y pedían una vivienda de las mismas características. Pero el resultado era completamente distinto para los españoles que para los extranjeros.
Tanto en el testing telefónico como en el presencial es clara la diferencia de pisos ofertados a uno y otro colectivo. En el telefónico, de las personas a las que se les negó que existiesen pisos para ofrecerles, el 69,8% eran demandantes de origen extranjero, frente a un 30,2% de personas autóctonas. En el presencial, de las personas a las que se les negó que existiesen pisos para ofrecerles, el 86,7% eran demandantes de origen extranjero.
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